Talavera de la Reina, además de ser una ciudad con alma cerámica y vida cultural intensa, también es hogar de una rica variedad de aves urbanas. Entre ellas, los gorriones ocupan un lugar protagonista. Hoy en Cover Talavera te contamos qué especies puedes encontrar fácilmente si levantas la vista en una plaza, un parque o incluso desde tu terraza. Tipos de gorriones que se pueden ver en Talavera:
1. Gorrión Moruno (Passer hispaniolensis)

Esta especie, de carácter eminentemente social y bullicioso, basa su vida en la fuerza del grupo. El gorrión moruno se organiza en colonias ruidosas que, en los últimos años, han expandido su presencia de manera notable por diversos territorios, incluido el entorno talaverano.
Principalmente vegetariano —excepto durante la época de cría—, en zonas donde prolifera puede llegar a considerarse una plaga por su número. ¿Cómo reconocerlo? En primavera y verano se vuelve muy fácil: luce un llamativo diseño en negro que se extiende por el dorso, pecho y costados, junto a un babero oscuro que destaca en el conjunto. Su cabeza presenta un tono pardo-rojizo en la parte superior, mejillas blancas como la nieve, cejas divididas y un marcado antifaz negro que atraviesa los ojos. Un ave con carácter, sin duda.
2. Gorrión Común (Passer domesticus)

Sin duda, uno de los grandes protagonistas del paisaje urbano de Talavera y casi cualquier rincón del mundo. El gorrión común es el perfecto ejemplo de adaptabilidad: puede vivir en pueblos, ciudades o caseríos, siempre y cuando haya presencia humana.
Su alimentación y hábitat no son exigentes, pero su existencia está íntimamente ligada a nosotros. Cuando una población humana se marcha de un lugar, este pequeño compañero también desaparece, al perder su entorno habitual de subsistencia.
Está presente en toda la Península Ibérica, así como en Baleares, Ceuta y Melilla. Incluso ha llegado recientemente a la isla de Gran Canaria, probablemente como polizón en un barco.
¿Por qué mirar al cielo en Talavera?
Tanto el gorrión moruno como el común son especies que han aprendido a convivir con nosotros. Observarlas es una forma de reconectar con el entorno más cercano y valorar la biodiversidad urbana.