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domingo, mayo 5, 2024
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Menos diez en educación – Por Susana Hernández del Mazo

Hasta que la ideología no salga de las aulas, no tendremos una Educación en condiciones.

En las últimas semanas parece haber resurgido la preocupación por la educación de los más jóvenes, al hilo de las serias carencias que han sido detectadas en el último informe PISA. Si bien la situación no es, en absoluto, nueva.

Pero vayamos por partes, para arrojar algo más de luz. El Programme for International Student Assesment, más conocido como informe PISA, es una herramienta de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) que emplea un estudio muestral para conocer lo que “los jóvenes saben y son capaces de hacer al finalizar la Educación Secundaria Obligatoria”. Para ello, se evalúan cada tres años los conocimientos y habilidades que el alumnado tiene en materias como la lectura, las matemáticas o las ciencias. Y se elabora un Informe donde quedan recogidos todos los datos encontrados tras la evaluación y en la que, además, se puede conocer cuál es el nivel de los educandos de cada uno de los países con respecto al de los 38 miembros que a día de hoy conforman la OCDE.

Los resultados que arroja la última evaluación del citado informe indican que el alumnado español obtiene el peor resultado de la historia desde que existen registros de este tipo, en Matemáticas y también empeoran de forma significativa los resultados relativos a Lectura desde la última evaluación en 2018. Para los neófitos en el tema, es necesario aclarar que España participa por primera vez en este Informe en el año 2.000. Lo que puede dar una idea clara de lo trascendente -y negativo- del dato que hemos conocido sobre el nivel de nuestros educandos.

La respuesta del Gobierno actual ha sido la de culpabilizar de estos resultados a las políticas educativas del PP y a la pandemia de la COVID-19, por partes. Y en vez de asumir un discurso mínimamente autocrítico, la titular de la cartera de Educación desborda titulares de prensa hablando de su “inversión histórica” en becas, de su “cambio de paradigma absoluto” con respecto al color político que gobernaba con anterioridad y del “plan de choque en matemáticas y comprensión lectora para seguir reforzando a nuestros estudiantes”.

Y lo que yo, como ciudadana de a pie, me planteo: ¿Cómo esperan que nos creamos que el nivel de nuestros jóvenes va a mejorar en lo sucesivo, si son incapaces de empezar por lo más básico…?

Cuando hablo de lo más básico, me estoy refiriendo a: 1) No confiar sola y exclusivamente los buenos resultados académicos a las inversiones millonarias; 2) A sacar la ideología de las aulas, para centrarse sola y exclusivamente en las competencias y el conocimiento; 3) Ser honestos y responsables, intentando analizar qué se está haciendo rematadamente mal, sin tener que acudir siempre a la sonata de que la culpa de lo que está sucediendo la tiene “el de enfrente” o las catástrofes mundiales. 

Susana Hernández

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