Javier Gil y Javier Gil.
Siempre se ha dicho que cuando uno quiere cinco, tiene que pedir diez. La ambición es la voluntad de lograr las metas que uno se propone con todo el esfuerzo que se pueda realizar. Por supuesto, las metas deben ser ambiciosas pero posibles. Ahora, si no nos proponemos objetivos ambiciosos, nos limitaremos a quedarnos como estamos o como mucho a ir reparando lo que ya tenemos.
Nuestra ciudad tiene muchos objetivos, aunque a veces parece que los promotores de esos logros son los ciudadanos que son quienes empujan a los políticos para que los impulsen desde la administración pública. ¿Alguien duda de que sin el movimiento Nosotros Talavera de los años noventa, FEPEMTA, SOS Talavera o la Mesa se hubieran obtenido cosas como la Universidad, la Escuela de Música (que no conservatorio), ¿la Sede de la Junta, el Recinto Ferial o las pocas especialidades del hospital que vamos arañando?
Los políticos talaveranos dependen directamente de sus líderes de Castilla -La Mancha y por eso deben sus decisiones en muchas ocasiones a lo que diga su partido a nivel regional. Por ello, hay que animarlos a que pongan a Talavera por encima de sus jefes. Es cierto que revisando la historia democrática de Talavera los tres alcaldes que tomaron las riendas de la ciudad contra las voluntades de sus jefes de Toledo terminaron bastante mal. Talavera y sus ciudadanos son lo primero y si el sacrificio es duro habrá que echarse la alforja a la espalda y avanzar.
