Los Montes de Toledo y la comarca de La Jara esconden algunos de los pueblos más bellos y con mayor riqueza natural e histórica de la provincia. Desde vestigios visigodos hasta rutas de peregrinaje, estos enclaves son perfectos para una escapada de fin de semana o una ruta rural en cualquier época del año. Ruta por los pueblos más bonitos.
San Pablo de los Montes: historia milenaria y belleza natural

San Pablo de los Montes se levanta sobre un territorio con huellas humanas desde tiempos prerromanos. Los romanos explotaron aquí minas de hierro en el siglo II a.C., y siglos después, los visigodos dejaron asentamientos que acabarían siendo reutilizados por los agustinos para levantar un convento en el siglo XV.
El germen del actual municipio surgió en el siglo XIII con la construcción de una torre defensiva frente a bandoleros y ataques musulmanes. Esta torre acabaría siendo el campanario de la iglesia parroquial.
En lo natural, el municipio se ubica en una de las zonas más altas de los Montes de Toledo. Paisajes mediterráneos bien conservados, fauna diversa y la cercanía del Parque Nacional de Cabañeros convierten a San Pablo en un destino clave para senderistas y amantes del entorno.
Navahermosa: entre castillos, encinas y berrea

Navahermosa es un cruce de historia y naturaleza. Sus orígenes se remontan al siglo XIII, con aldeas como Dos Hermanas y Cidenilla. Su consolidación llegó en el XV, atrayendo nuevos pobladores por su mejor aprovechamiento agrícola.
El entorno natural es inmejorable: ciervos, corzos, jabalíes, grandes rapaces y un extenso bosque mediterráneo. Especialmente recomendable es visitarla en época de berrea. La economía local incluye la extracción del corcho gracias a la abundancia de alcornoques.
- Punto clave: El castillo de Dos Hermanas, a 2 km del pueblo, sobre peñascos que le dan nombre y rodeado de parajes únicos.
Los Navalmorales: senderos, aceite D.O. y naturaleza viva

En plena transición entre la Jara y los Montes de Toledo, Los Navalmorales es ideal para senderismo y ciclismo entre olivares, fresnedas y pastos regados por antiguos canales de molinos.
Su patrimonio incluye la iglesia de Ntra. Sra. de la Antigua (s. XVI), y destaca su fuerte vinculación con el aceite con Denominación de Origen Montes de Toledo. Recientemente, se ha inaugurado un Centro de Interpretación del Olivar, impulsando el oleoturismo en la zona.
Los Navalucillos: tierra fértil y acceso al corazón de Cabañeros

El nombre de Los Navalucillos proviene de “nava” (llanura fértil) y “lucillos” (sarcófagos excavados en la roca). Un pueblo con raíces mozárabes que conserva costumbres como «hacer el sábado».
Parte del Parque Nacional de Cabañeros se encuentra dentro de su término municipal, con espacios como la impresionante cascada “La Chorrera”, en el monte Rocigalgo. Ideal para una escapada rural completa.
Piedraescrita: espiritualidad, historia templaria y leyenda

Situado en la divisoria de aguas entre el Tajo y el Guadiana, Piedraescrita es uno de los asentamientos más antiguos de la zona, con posibles raíces templarias. La romería de su Virgen, celebrada cada 1 de mayo, es una de las más antiguas de Castilla-La Mancha.
Un lugar cargado de misticismo, naturaleza salvaje y vistas impresionantes desde el puerto de Santa María de Piedraescrita.
Las Hunfrías: joya paisajística y cascadas escondidas

Esta pedanía de Robledo del Mazo es uno de los secretos mejor guardados de La Jara. Rodeada de robledales, jarales, castaños y pinos, es perfecta para senderistas, amantes de la micología y naturaleza pura.
La microreserva de la Garganta de las Lanchas es su tesoro: un rincón natural con cascadas numeradas, desde la Primera hasta la Quinta Chorrera. Un recorrido tan bello como desafiante.
Sevilleja de la Jara: capital cinegética y tradición mozárabe

Fundada por mozárabes llegados desde Sevilla en el siglo XIII, esta villa conserva un trazado urbano en pizarra y cuarcita. Su economía gira en torno a la caza, con el primer Coto Social de España —más de 30.000 hectáreas entre Toledo y Ciudad Real—.
Además de ser un enclave estratégico para el turismo cinegético, cuenta con el Centro de Estudios de Rapaces Ibéricas.
El Campillo de la Jara: vía verde y naturaleza en estado puro

El Campillo sorprende por su riqueza ambiental, con dos espacios protegidos de la Red Natura 2000. La Vía Verde de la Jara, antigua vía de tren, permite recorrer a pie o en bici un entorno repleto de encinas, alcornoques, retamas y jaras.
Las cuencas del río Huso y Frío completan su oferta natural, con profundos cañones excavados en la roca y molinos abandonados como el de Los Morenos o el del Estanco.
Puerto de San Vicente: en la frontera con Extremadura

En la cima del puerto que une Toledo con Extremadura, este pueblo conserva el encanto de la arquitectura popular en piedra, con restos de la antigua calzada romana y una ermita medieval dedicada a San Vicente.
Pasear por la Sierra de Altamira, recorrer la Vía Verde o seguir rutas como el Camino a Guadalupe o la Cueva Santa, son algunos de los planes para conectar con la naturaleza más silenciosa y sosegada.