24 de mayo. Dos meses exactos desde el derrumbe. Aquel día, el Puente Romano –o como todos lo llamamos, el Puente Viejo– se vino abajo no solo en piedra, sino también en memoria. Hoy, dos meses después, Talavera parece haber seguido su curso… sin él.
Una promesa en el aire tras la caída del Puente Viejo en Talavera
El 24 de marzo, el ministro de Cultura llegó a la ciudad con un mensaje claro: se reconstruirá. Las palabras tranquilizaron, se aplaudieron y llenaron titulares. Pero hoy, la realidad es otra. Solo ha habido una reunión. Fue el 21 de marzo. Nada de presupuestos. Nada claro. El Puente Viejo, símbolo de la ciudad, sigue en ruinas. Silencioso. Ignorado.
¿Dónde quedó la urgencia?
Desde entonces, las Mondas han llenado calles. Las Ferias de San Isidro han traído música, fiesta, toros y farolillos. La ciudad se ha vestido de gala… pero ha olvidado vestirse de duelo.
Absolutamente nadie ya habla del puente. Nadie exige fechas. Nadie pregunta cuánto costará recuperarlo. Como si el tiempo también se hubiera llevado las ganas de reconstruirlo.
Talavera, despierta
El Puente Viejo no era solo un camino. Era historia, era infancia, era fotografía y paseo. Era símbolo. ¿Cuánto vale lo que representa un símbolo? Quizás lo volvamos a ver. En 2026. O no. Tal vez cuando vuelvan las elecciones. O tal vez nunca. Porque cuando no hay presión social, los puentes no se levantan. Se archivan.
¿Volveremos a cruzarlo?
Y esque como en esta foto, tras la caída del puente viejo de Talavera, este está desaparecido. Hoy no hay máquinas, ni presupuestos, ni fechas. Solo una certeza: Talavera olvida muy rápido. Pero aún estamos a tiempo de recordar. ¿Cuánto tiempo tarda una ciudad en olvidar su patrimonio? ¿Por qué no exigimos más cuando se trata de lo nuestro? ¿Cuánto cuesta reconstruir un símbolo… y cuánto cuesta perderlo?
