“Estoy siempre para lo que necesites. Me tienes ahí para lo que sea.”
Sencilla y precisamente es una gran mentira. Nadie está hecho única y exclusivamente para vivir por y para una persona, porque somos seres humanos. Vivimos nuestras propias vidas. ¿Pero sería muy ególatra el vivir solo para nosotros? La verdad, aún no lo sé. Hagamos lo que hagamos siempre seremos juzgados por un punto de vista único y exclusivo. Pero hoy, no vengo a hablaros de esto. Vengo a estar para lo que necesitéis. O bueno, para casi todo. Siempre hay una excepción.
Es improbable y poco preciso usar la palabra siempre, porque no pasas el 100% de tu tiempo con todas las personas, o por lo menos con las que te han dicho que estarán ahí para lo que sea. Y no siempre nos encontramos en situación de que nos ayuden, de prestar ayuda o de pedir ayuda. Somos seres volubles, cambiantes y sobre todo impulsivos. Tomamos decisiones porque nos apetece, o porque nos benefician. Por lo que no podemos estar siempre por y para una persona, aunque queramos.
Aún más cuando son situaciones en las que no sabemos comunicarnos, en las que pedimos ayuda de forma indirecta y luego culpamos a esa persona de no haber estado ahí para tí cuando ni lo sabían. No podemos pretender tener una bola mágica que parpadee cuando uno de nuestros amigos se sienta un poquito mal. No somos adivinos, y no debemos culpar al resto de no serlo.
Hay que empezar a agradecer las veces que están presentes y las que no, porque aunque una persona no esté en físico muchas veces te da el apoyo necesario para seguir, te motiva a hacer cosas aún no estando a tu lado, incluso personas que no conoces te pueden acompañar en esta travesía llamada vida. Si alguna vez necesitáis tener a alguien que os encienda la chispa para seguir, ya sabéis: Yo estaré aquí para cuando me queráis leer.
