
En el corazón de la provincia de Ávila, donde la historia y la naturaleza se entrelazan en perfecta armonía, hay pequeños pueblos que parecen detenidos en el tiempo. Algunos han quedado casi deshabitados, pero aún conservan el espíritu de su pasado, escondiendo tesoros históricos y paisajes que invitan a la desconexión total.
Uno de estos pueblos, el menos poblado de toda la provincia, es Blasconuño de Matacabras. Con solo 14 habitantes, este enclave es un refugio de tranquilidad, donde la vida transcurre a otro ritmo y donde la lucha por mantener viva la comunidad es una realidad cotidiana.
Blasconuño de Matacabras: el pueblo con menos habitantes de Ávila

Blasconuño de Matacabras es mucho más que un nombre peculiar. Sus raíces se remontan al siglo XIII, cuando formaba parte del tercio de Madrigal, dentro del arcedianato de Arévalo, bajo la organización de la diócesis de Ávila. Sus construcciones, modestas y de una sola planta, reflejan la esencia de un pueblo con un pasado medieval que sigue presente en cada rincón.
Aunque el número de habitantes es reducido, la historia y el entorno de este pueblo lo convierten en un destino fascinante para aquellos que buscan autenticidad y calma.
La joya del pueblo: la iglesia mudéjar de San Martín

Si hay un elemento que domina el paisaje de Blasconuño de Matacabras, ese es su iglesia mudéjar de San Martín. Esta imponente construcción del siglo XII se alza sobre las pequeñas casas del pueblo como un testigo silencioso del paso del tiempo. Su estructura de ladrillo y su estilo arquitectónico la convierten en una joya histórica que sorprende a quienes la visitan.

Pero la iglesia no es el único atractivo de este municipio. Su entorno natural es otro de sus grandes valores, convirtiéndolo en un destino privilegiado para los amantes de la ornitología. Situado dentro de la Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) de Tierra de Campiñas, es un lugar ideal para la observación de distintas especies que encuentran en estos parajes su refugio.

Naturaleza y tradición en un entorno único
Los alrededores del pueblo están adornados con pinares y montes de encinas, mientras que en sus campos se extienden los majuelos de Las Matillas, viñas comunales donde la variedad verdejo ha sido cultivada desde el siglo XIII.
Caminar por sus calles silenciosas, disfrutar del aire puro y sumergirse en la belleza de su paisaje es una experiencia que atrapa a quienes buscan escapar del bullicio de la vida moderna. Aquí, cada rincón esconde un fragmento de historia y cada vista ofrece un remanso de paz.

Blasconuño de Matacabras es un testimonio de resistencia y arraigo, un lugar donde sus habitantes, aunque pocos, siguen luchando por mantener viva la esencia de su pueblo. Un destino que invita a desconectar, admirar la belleza de lo simple y descubrir la magia de uno de los rincones más auténticos de Ávila.