En política importan mucho las formas, pero importa sobre todo el fondo. Importa con quienes se llega a acuerdos, importa cómo se escenifican e importa cómo se comunican. Pero si solo hay fanfarrias, fotos y representación, estamos ante la política de escaparate que no lleva a ningún sitio y que resulta cara en lo económico e inmensamente cara en lo social.
Entre los profesionales de la política, los hay que de verdad saben de qué va la cosa y hacen su trabajo sin alharacas, de forma precisa y buscando resultados. Pero luego están los otros, esos a quienes les importa muy poco el fondo y solo se fijan en las formas para meter ruido, levantar ventiscas y justificar su inutilidad tras el rostro fingido de la indignación.
En estos tiempos de cólera, debería importar menos dar titulares a la prensa que resolver los problemas. Pero estamos en lo primero y nadie parece ocuparse de lo segundo. Los problemas siguen ahí y sus responsables también. A ver quién se da por aludido esta vez.
